¿QUÉ PROBLEMA HAY SI MARÍA VIRGEN TUVO OTROS HIJOS?

 

La mujer me miraba con expectación. Caía sobre la ciudad una suave brisa, aquella que en el mes de agosto se torna en cómplice de los niños y adolescentes para elevar sus cometas o papalotes, y que torna delicioso estar en un lugar apacible tomándose un café tinto.

 

--Por años fui católico. Hoy día a la par que crezco espiritualmente, me asaltan muchas dudas e interrogantes, y también cosas que no entiendo—me dijo, midiendo cuidadosamente cada una de sus palabras--.

 

--Comprendo—la tranquilicé--. Todos tenemos inquietudes y comprendo que quiera decirme algo que le preocupa.—

 

La amable señora, una amable ejecutiva de una oficina de abogados, analítica y acostumbrada a encontrarle una explicación a todo, prosiguió:

 

--Por ejemplo ¿Por qué en la iglesia cristiana evangélica se afirma que la virgen María--a quien me enseñaron de niña a respetar mucho--, tuvo hijos y por tanto, el Señor Jesús tuvo hermanos?—interrogó.

 

Los interrogantes que se desprendían de su intranquilidad, la habían llevado no solo a dudar de se fe, sino que ya no quería asistir a ninguna iglesia.

 

El primer aspecto que nos debe motivar, es pensar que los cristianos evangélicos no cuestionamos la pureza y transparencia de María virgen; de hecho, Dios encargó en ella a su Hijo Jesús. Fue un instrumento valioso en Sus manos para traer salvación a la humanidad; sin embargo este hecho no impide que ella hubiera realizado su vida, normalmente, como esposa y madre.

 

Si nos atenemos a los registros bíblicos, la respuesta categórica respecto a si María tuvo otros hijos, es que si. Las Escrituras consignan que además de su madre terrenal,  Jesús tenía hermanos. Por ejemplo, cuando comienza a desarrollar su ministerio, creían que el Maestro estaba fuera de sus cabales (Marcos 3:20). Si leemos detenidamente el versículo, comprobamos que tenía hermanos, hijos de María, por supuesto.

 

En cierta ocasión que pasó por Nazareth, aquellos que fueron sus vecinos y conocidos le identificaron como el hijo de María y señalaron a Jacobo, José, Judas y Simón como hermanos de Jesús (Marcos 6:1-3). Aquí quiero resaltar que Marcos es el primer evangelio que se escribió y por tanto, uno de los que ofrece credibilidad. Lo significativo en los comienzos del ministerio del Señor Jesús es que “... ni aún sus hermanos creían en él” (Juan 7:5).

 

Para desestimar el que hubiese tenido parientes muy cercanos, algunos teólogos católicos que “hermanos” está asociado a parientes como “tíos, primos o alguien de su familia”. No obstante, nada determina que podamos decir que es así.

 

Los hermanos de Jesús, fieles al  mensaje

 

Esta situación inicial cambió diametralmente con la muerte y resurrección del Señor Jesús. Tras su ascensión “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”(Hechos 1:14).

 

Al referirse a la resurrección de Jesús, el apóstol Pablo corrobora que “Después apareció a Jacobo (el que de acuerdo con la tradición histórica era hermano de Jesús); después a todos los apóstoles”(1 Corintios 15:7). 

 

Después de la conversión de Pablo, éste subió a Jerusalén “pero no vi a ninguno de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor Jesús”(Gálatas 1:18, 19).

 

La escritura también plantea que María tenía el compromiso de desposarse –contraer nupcias de acuerdo con la tradición occidental hoy día—con José (Mateo 6:18, 19) y señala asimismo que José, instruido en sueños por el ángel de Dios, recibió a María por mujer “pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre JESÚS”(Mateo 124, 25). Notemos aquí que menciona que era “primogénito”, es decir, el primero. Luego todo apunta a señalar que pudo perfectamente tener otros hijos.

 

Ahora bien, para nosotros Jesús es Dios encarnado, hecho hombre. Sin embargo para las gentes de la época, tenía una naturaleza humana y se le asociaba como hijo de José. Al fin y al cabo se crió en el lugar en que este sencillo carpintero había formado su hogar con María. “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí”(Lucas 3:23).

 

¿Qué problema hay con el compromiso conyugal de María?

 

El hecho que más inquieta a muchos es admitir que Jesús—teniendo naturaleza divina (Juan 1:1)—se encarnara en María y que ella a su vez, posterior al cumplimiento del plan de Dios, hubiese materializado su unión con José.

 

Un hecho incontrovertible es que esta mujer se constituyó en un poderoso instrumento en manos de Dios. “Entonces María dijo al ángel:¿Cómo será esto? Pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su nombre por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”(Lucas 1:34, 35). Se cumplió así una antigua profecía respecto a la forma en que sería concebido el Mesías (Isaías 7:14).

 

Consciente de lo que se produciría en su vida un hecho sobrenatural “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra...”(Lucas 1:38).

 

Si esta piadosa mujer materializo su matrimonio y concibió hijos con José, su esposo, no afecta en lo más mínimo el Plan de Salvación. Por el contrario, era lo más previsible, al fin y al cabo lo que era fundamental en el Plan divino, era el nacimiento del Salvador: “Y aquél Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y verdad” (Juan 1:14).

 

Insisto, como se lo dije a la amable señora, que para los cristianos evangélicos, María merece respeto porque fue el vaso especial utilizado por Dios para traer al plano material a Jesús, el Señor, y en nuestro concepto, el hecho de que haya tenido más hijos, no la demerita en lo más mínimo su santidad y pureza como mujer.

 

Tengo una inquietud: ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor y Salvador? No deje pasar esta oportunidad. Hoy es el día para cambiar el curso de su existencia con ayuda de Dios. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.

 

Publicado por Pastor Uriel Campos

 

Autor  ©Fernando Alexis Jiménez

 

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